A veces las paredes cantan
y un haz de luz trae
la música tenue
de cuando éramos chicos.
A veces…
las paredes cantan
y un haz de luz trae
guitarras criollas,
un quickly saltando
de una cama a la otra
y otra marinera,
que tapábamos con toallas
para que no nos vean
y seguir jugando.
A veces…
las paredes cantan
y un haz de luz trae
con la fuerza de un rayo
la canción de Candela:
“El rincón que te gustaba.
¿Dónde quedó tu perfume?
Mezclado en horas de charlas”.
-¿Te acordás, Graciela?
A veces…
las paredes cantan
y traen consigo un olor conocido,
la voz del recuerdo
que una noche de lluvia
nos hace dormir
¿Es que a veces no sé
dónde poner la tristeza?
A veces…
las paredes cantan
y sentí que a los dos
nos pasaba lo mismo.
Escrito la noche de un 27 de junio