Había una vez un chico que se llamaba Juan. Un día se mudó a un departamento que en el balcón tenía muchas pelotas. Juan encontró una pelota que le llamó la atención: era de oro, plata y bronce. De pronto de la pelota salieron flores blancas que envolvieron a Juan y lo llevaron a un bosque. Juan estaba perdido, era un bosque muy grande. Caminó un rato y encontró a una hada que le dijo:
-Hola Juan, necesitás encontrar la pelota de rubí y te voy ayudar a encontrarla.
-¿Y qué hace la pelota de rubí? preguntó Juan.
-Te va a ayudar a volver a tu casa, respondió.
-Muy bien, busquemos la pelota de rubí, dijo Juan.
Caminaron unos minutos y encontraron al Gnomo Hans que se unió a la aventura y así los tres se hicieron amigos. Unas horas después vieron un castillo de diamantes, ahí había una sirena que era muy linda y dijo:
-¿Ustedes quieren encontrar la pelota de rubí, no?. Los voy a ayudar.
Juan, la hada, Hans y la sirena caminaron por una habitación llena de esmeraldas y ahí vieron a un robot hecho de cristal que enseguida que encerró a Juan y sus amigos. En la habitación que los encerraron había un dragón que se estaba despertando. Cuando les iba a escupir fuego por la boca la sirena le tiró agua para apagar el fuego, Hans tranquilizó al dragón y la hada le dio al dragón un juguete para que no se alterara.
Cuando encontraron la pelota de rubí los iba atrapar el robot de cristal, agarraron la pelota de rubí y vino un pájaro que voló con Hans y sus amigos encima. Cuando aterrizaron Juan se despidió de sus amigos, pateó la pelota de rubí y lo envolvieron unas flores blancas, después regresó de vuelta a su casa.
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