Quién sabe cuántas cosas guardó, ésta centaria caja desde sus originales bizcochos Canale .
Yo la uso ahora para guardar las cartas de mí mamá, de mí abuela y del Padre Cazes .
Sigue siendo un baúl de recuerdos, de cariños, de dulzura .
En un tiempo mí abuela guardaba un scarpín de cada uno de sus cuatro hijos .
En otro tiempo escondía de los ojos de mí abuelo los cigarrillos particulares. Ella fumaba uno todas las noches .
En otro tiempo guardo el tocado de novia de su única hija mujer. Mi madre. Durante muchos años esa caja guardo más que cosas, guardo ternura, amor, dulzura .
En sus orígenes almacenó los famosos bizcochos Canale. Eran una muestra de distinción, de industrialización. Mi abuela contaba que cuando mí abuelo se la llevó de regalo desde Buenos Aires, festejaron su llegada como la mayor exquisitez para tomar el té .
En esas épocas todo se elaboraba en la casa, con productos genuinos y puros, de máxima calidad, pero la pastelería no estaba desarrollada .Así que la caja tuvo su protagonismo y su lugar central en el te de las tías
Había superado a pasteles, y buñuelos y budines caseros ,por ricos y bien preparados que estos estuvieran .
Hoy me encuentro con ustedes y quiero contarles de esta caja llena de soles,
De esta caja dorada. De ese dorado que tenían: los hombres y las mujeres campesinas que cultivan el trigo en el campo y acariciaban a toda la humanidad con él.
Ese dorado anaranjado que dividía la frente en dos de los trabajadores de fabrica y de los trabajadores rurales .
Siempre fue para mí una señal de respeto esa división de color provocaba por el sol y la protección de la gorra .
Está caja es vieja, con historia.
Nuestra historia,
Seguro que ya han visto una y no es ninguna novedad lo que les cuento. Pero está es mí caja y me hace feliz estar en este lugar compartiendo esta tarde de lecturas
Tal vez todos tenemos una caja de bizcochos o una lata donde guardamos algo que solo visitamos en esos días en que uno se siente muy pequeño para abrirla y sentirnos bien nuevamente .
