Foto Osiris Martí
“Todas las desgracias del mundo provienen del olvido
y el desprecio que hasta hoy
se ha hecho de los derechos naturales
e imprescindibles de ser mujer”.
Flora Tristán.
La lucha de las mujeres se remonta siglos atrás.
Las condiciones de explotación, violencia y desigualdad fueron denunciadas en innumerables oportunidades a lo largo de la historia.
Es importante recordar esas luchas, de aquellas que nos precedieron y guiaron nuestro camino. Como aquella de Versalles también llamada “Marcha de las mujeres”, acontecida el 5 de octubre de 1789, donde miles de mujeres invadieron el edificio de Versalles y se apoderaron de los cañones con las armas que tenían a mano, como cuchillos y otros elementos de cocina. Reclamaban por el hambre y los precios altos, y querían ser consideradas en la toma de las decisiones políticas y económicas de las cuales formaban parte.
Florencia Abbate en su libro “Biblioteca Feminista”, realiza una exhaustiva investigación acerca de estas luchas y relata un documento escrito en aquella época llamado “Petición de las Damas de la Asamblea Nacional”, dirigido a políticos y revolucionarios, donde en uno de los fragmentos finales dice: “Ustedes han destruido el fantasma del despotismo, ustedes han pronunciado ese hermoso axioma digno de ser inscrito en todas las frentes y en todos los corazones: los franceses son un pueblo libre… ¡y todos los días siguen permitiendo que trece millones de esclavas lleven vergonzosamente las cadenas de trece millones de déspotas!”.
La historia continúa y el 8 de marzo de 1908, bajo el lema “Pan y rosas”, obreras textiles de Nueva York marcharon para reclamar un aumento de salario, la disminución de las horas laborales, mejores condiciones de vida, el cese de la explotación infantil y el derecho al voto.
En el año 1910 en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, Clara Zetkin, propuso establecer el 8 de marzo como el “Día internacional de la mujer” en conmemoración a todas aquellas mujeres trabajadoras, que iniciaron las protestas en contra de la explotación y la desigualdad que se vivía en las fábricas.
Pero el día fatídico llegó un 25 de marzo de 1911 también en la ciudad de Nueva York, donde 146 mujeres murieron al incendiarse la fábrica de camisas Triangle Shirtwais.
La mayoría de las víctimas eran jóvenes mujeres inmigrantes de origen judío e italiano, de entre dieciséis y veintitrés años de edad. Las terribles consecuencias se debieron a que los dueños de la fábrica mantenían a estas mujeres encerradas bajo llave y esclavizadas, lo cual imposibilitó que pudieran escapar del fuego y salvarse.
Más cercano a nuestros días pero no tan distinta a esa masacre, sucedió acá en Buenos Aires el 30 de marzo de 2006, en el barrio porteño de Caballito, cuando el Taller textil de la calle Luis Viale, se prendió fuego y perdieron la vida 6 personas de nacionalidad boliviana, dentro de las cuales, 4 eran niños menores de 10 años.
Las grandes colectivas feministas luchan por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito; por el cese de violencia y de femicidios que se suceden cada 27 horas en nuestro país; por la igualdad en las condiciones laborales y sociales.
Mujeres que siguen dando batalla en la frontera de la desigualdad y el desamparo; migrantes que reclaman sus derechos; madres que exigen justicia por sus hijes asesinados, desaparecidos y olvidados; feminidades que resisten y buscan un lugar para ser.
Nora Cortiñas, Viviana Maria Alegre, Cristina Castro, Marta Ramallo, Vanesa Orieta, Cristina Liempichun, Lourdes Hidalgo, Lila Baéz, Moira Millan, Isabel Huala; Las madres del dolor; Las Madres de las Víctimas por el Gatillo Fácil; las Mujeres de Guernica, que salen a defender su tierra y su dignidad junto a su familia para tener un techo para vivir; Mujeres de los pueblos originarios que defienden su tierra, su lengua, practican su cultura y transmiten sus saberes de generación en generación. Feminidades disidentes, trans, no binaries. Mujeres en las cárceles. Artistas que rescatan la cultura, se comprometen y resisten generando pensamiento reflexivo y memoria.
Abuelas y madres de pañuelos blancos.
Mujeres valientes que no abdican, que sostienen a otras y construyen puentes para derribar el muro que interpone el machismo que aún nos atraviesa.
Nos queda mucho camino por andar y desandar, para volver a construir miradas acerca de nosotras mismas desde nuestros propios espejos; para que la noche deje de ser una odisea cargada de temores y de angustia hasta llegar a casa; para que nuestros derechos sean iguales para todas, sin importar nuestro origen ni género asignado, sólo el elegido.
Entonces, podamos levantar la misma bandera hoy y todos los días, hasta que se multipliquen los gritos y se llene la calle de una sola voz que sea un llamado, de pan y de rosas, de mujeres sin miedo.
Un bellísimo poema de Mikeas Sánchez (poeta bilingüe, escritora, traductora y radialista zoque de Chapultenango, Chiapas) celebra esta posibilidad, esta elección de ser mujer y me parece importante compartirlo.
UNO
Soy mujer
y celebro cada pliegue de mi cuerpo
cada minúsculo átomo que me forma
y donde navegan mis dudas y mis esperanzas
Todas las contradicciones son maravillosas
porque me pertenecen
Soy mujer y celebro cada arteria
donde aprisiono los secretos de mi estirpe
y todas las palabras de los ore’pät* están en mi boca
y toda la sabiduría de las ore’yomo** está en mi saliva
*Hombre zoque
**Mujer zoque
TUMÄ
Yomo’chä
tese ṉgotzäjkpatzi äj’ṉwyt
tumdumäbä’ tzäki’tzäki tujkubä’jiṉ
ṉgotzäjkpatzi äj’ natzkutyam äj’ ṉgipsokiu’tyam
Mumurambä kipsokiu’y
wurambäre’ äjne’ankä’ram
Yomo’chä tese’ ṉgotzäjkpatzi tumdumäbä äj’näbiṉ’dzajy
Juwä’ ijtyaju wäñajubä äj’ aṉukuis myusokiutyam
tese’ mumurämbä tzame ore’pänis’ñyeram ijtyaju äj’ aknakomo
tese’ mumurämbä kokypsku’y ore’yomo’isñyeram ijtyaju äj’ tzujomo’
Mikeas Sánchez
Fuente: https://noticiasancap.org/