Te solté. Por María de los Ángeles Valencia

Te solté. Por María de los Ángeles Valencia

Es una verdad dolorosa, pero necesaria, una verdad que he debido enfrentar aunque me cueste aceptarla. Durante tanto tiempo, me aferré a la esperanza de que algún día abrirías los ojos y verías el amor que tenía para ofrecerte, pero solo me encontré con un vacío frío y distante que me atrapaba en su abrazo gélido; me duele admitirlo, pero el amor no puede florecer en un terreno estéril, no puede crecer en un corazón que no está dispuesto a recibirlo. Por mucho que deseara que nuestras miradas se encontraran en un mar de complicidad, me enfrenté con la amarga verdad de que tus ojos nunca me buscaron con el mismo anhelo con el que yo te buscaba a ti. Cada gesto, cada palabra, cada silencio, me recordaba una y otra vez que nuestra conexión era solo una ilusión, un espejismo en el desierto de mi corazón.

Te solté porque me di cuenta de que estaba aferrándome a un sueño que nunca se haría realidad, a un amor que nunca sería correspondido. Me pregunté a menudo qué hice mal, qué palabras no dije, qué gestos no hice, para merecer este desdén silencioso que me lanzabas como dagas invisibles. Pero al final del día, me doy cuenta de que no se trata de lo que hice o dejé de hacer, sino de lo que tú no estabas dispuesto a hacer por mí.

Te solté porque no me amabas, porque me di cuenta de que merecía más que tus migajas de afecto, más que tus medias verdades y tus promesas vacías. Merecía un amor que me elevara, que me hiciera sentir completa, no uno que me dejara sintiéndome vacía y despojada de todo valor; cada paso que di alejándome de ti fue como caminar sobre brasas ardientes, cada palabra que pronuncié para liberarme de tu influencia fue como un cuchillo clavándose en mi pecho. Pero lo hice, porque sabía que era lo correcto, porque sabía que no podía seguir viviendo en la sombra de un amor que nunca existió.

Ahora me encuentro sola, pero no estoy perdida. He aprendido a valorarme a mí misma, a encontrar la fuerza dentro de mí para seguir adelante incluso cuando el mundo parece estar en mi contra. He aprendido que el amor propio es la base sobre la cual se construyen todas las demás formas de amor, y que sin él, todas las relaciones están condenadas al fracaso.

Te solté porque no me amabas, pero también te solté porque me amaba lo suficiente como para darme cuenta de que merecía algo mejor. Merecía un amor que me hiciera sentir completa, que me hiciera sentir viva, no uno que me dejara sintiéndome vacía y sin esperanza.

Así que aquí estoy, dejando atrás los escombros de lo que una vez fue, mirando hacia adelante con la esperanza de encontrar un amor que realmente valga la pena, un amor que me haga olvidar el dolor del pasado y me recuerde que siempre hay una luz al final del túnel, incluso en los momentos más oscuros de la vida.

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