La ventana. Por Alejandra Estrada

La ventana. Por Alejandra Estrada

Era una mañana gris, nublada y fría,a través de la ventana que da hacia tu recámarase observan las violetas moradas, el aire juega con ellas haciéndoles el amor, se miran y se enredan.

Suena el teléfono, con ese sonido de nostalgia, levantó la bocina,escuchó tu voz, mi corazón empieza a latir aceleradamente, casi no puedo articular ninguna palabra, los recuerdos me vienen como remolinos, recuerdo su voz de Maria, qué me dijo

­­­­­­—Dame un beso que duré veinte y nueve días —estas fueron sus últimas palabras entre las sábanas, en medio de mis piernas todavía siento su humedad, el roce de sus labios, su olor a tierra.

Regreso a ese instante donde aún estoy sosteniendo la bocina del teléfono

—Tengo qué confesarte algo, desde el día qué partí supe qué te perdería, qué mi ausencia, desvanecería mis caricias, mi amor, qué me volvería un evento fugaz en tu vida, aún así decidí subir a ese barco, las violetas moradas qué sembré frente a la ventana son para qué me recuerdes.

Rin, rin, rin suena la alarma del despertador, inmediatamente volteo a la otra orilla de la cama, María, está aún durmiendo, me levantó sin hacer ruido, ella abre los ojos

— Miguel, ¿aún me amas?—me pregunta

—Te amo hasta el último latir de mi corazón, hasta donde ya no salgan palabras de mi boca —ellaexhala su último suspiro, en ese instante de suboca expulsa mariposas blancas qué revolotean sobre las violetas moradas de la ventana.

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