Cuando nació el libro, ello sucedió porque estaba el escritor. –
Es decir, sin escritor no hay libro. – El libro es el resultado intelectual del escritor quien da vida al libro y luego a todo lo que a este lo circunda. – Frente a este estado de cosas se va desarrollando el camino que impulsa a la interrelación del escritor con la sociedad que, es, en definitiva, el destinatario del libro. Y aquí surgen todas las cuestiones que hacen al desarrollo del libro hasta llegar a su destino final: el lector. Y tal circunstancia no es apreciada debidamente ya que, una vez instalados en las consideraciones acerca de la vida del libro, surgen los factores de quienes, con un interés propio, se olvidan del verdadero artífice de la literatura, el escritor.
Y en este camino es necesario que aparezcan quienes le dan al libro la posibilidad de vida, el editor. Claro que este tiene un interés particular que el libro llegue a su destinatario, el lector, y para ello pone de sí su patrimonio. Luego fija el precio del libro y lo manda al mundo para su venta.Es aquí donde comienza a tener el libro un camino sinuoso ya que dependerá de múltiples factores para su debida consagración. En este camino aparecen los intereses de quienes pretenden lucrar con la venta del libro, llámense editores, llámense empresas comerciales. Llegamos al punto donde todos menos el escritor, luchan y pujan para obtener el rédito de la vida del libro. .
En el año 2001 se promulga la Ley 25542 que otorga al editor el derecho a establecer el pvp (precio de venta al público) y con ello se pretende que el libro tenga un precio uniforme en todo el país y así dicen que con tal derecho se salvaguarda a las pequeñas editoras y librerías yademás da trabajo a muchas personas. –
Y llegado a tratamiento del Congreso Nacional el proyecto de ley llamada ómnibus aparece el art. 60 que deroga la ley 25542 y entonces se alzan quienes consideran que serán afectados sus derechos, los editores, y llaman a pedir a todos los legisladores que se elimine dicho artículo 60 y quede indemne la ley 25542.-
Dicen que al no existir un precio uniforme y único del libro las grandes empresas que comercializan la venta del libro terminarán destruyendo a los pequeños editores y a las pequeñas librerías, ya que podrán abaratar el precio de aquel y ello no lo podrán hacer estas últimas. –
Citan como ejemplo del precio único y uniforme del libro en distintos países, especialmente México y España, y así los distintos nucleamientos que rodean al libro se unen para lograr su propósito que es eliminar el artículo 60 del proyecto de ley llamada ómnibus. –
Entonces el escritor observa como todos tienen un interés propio en la comercialización del libro. Olvidándose de quién es el centro angular del libro. Si bien es cierto que el editor debe ser protegido ello no es obstáculo para buscar la debida regulación de la venta del libro.
A modo de ejemplo digo que en México en la práctica existe el duopolio de librerías que hacen descuentos sobre las novedades editoriales cuando ello está prohibido por la ley que rige desde 2008.La verdad es que el escritor no tiene la defensa que merece, ya que la práctica demuestra que los editores realizan una actividad comercial del libro sin el conocimiento del primero que ignora donde se comercializan sus libros, el precio de estos y la cantidad de libros que se venden y ni hablar de la venta de libros online y aquellos que digitalizados, lo cual demuestra entonces que el verdadero desamparado es el escritor.
Llegado entonces este momento y a modo de conclusión, considero que resulta necesario
que todos los que están relacionados con el libro, cámaras del libro, sociedad argentina
de escritores y el mundo literario se avoque a encontrar mediante una ley actualizada al
nuevo mundo que vivimos (inteligencia artificial) que contemple primero la defensa del
escritor, luego del editor y finalmente las empresas que comercializan la venta del libro
para que no se vean avasallados los derechos de quienes participan de, lo más sagrado
que hay: el libro.
La ley 25542 tuvo su vida y la ley ómnibus deroga solo dicha ley, pero no profundiza en
este nuevo mundo que vivimos, lo que obliga a encontrar una norma que contenga a
todos.
Y nadie debe olvidarse que sin escritor no hay libro y sin libro no hay editor ni comercio del mismo.