Olla de esperanza: los chicos de la vía. La historia de Marcela. Por Verónica González

Olla de esperanza: los chicos de la vía. La historia de Marcela. Por Verónica González

Foto Juan Pablo Barrientos

“Si tuviéramos plena conciencia

de cuán trascendente puede llegar a ser

para otro ser humano un solo gesto de solidaridad,

tendríamos que repensar toda nuestra vida”.  

Gioconda Belli.

En el barrio Padre Mugica de Lomas de Zamora al borde de las vías, se encuentra el Comedor “Los chicos de la vía”.

Cuando conocí a Marcela, al principio de esta cuarentena, la construcción aún precaria, sólo dejaba ver un fuego para calentar una olla.

La lluvia y el frío que se filtraba por la chapa, nunca detuvieron a Marcela, quien se preocupaba por cada persona y especialmente, por les más pequeñes a quienes además de la merienda y la comida, le sumaba alguna golosina.

Después de un tiempo, y con la ayuda solidaria de algunas personas, empezaron a construir su espacio, ladrillo por ladrillo.

Esta mujer maravillosa me impactó por su inmensa ternura y su compromiso con les otres.

Marcela tiene 45 años, 6 hijos, 5 nietos y está en pareja desde los 15 años. Vive en una vivienda de material en un barrio muy humilde, pero desde chica su papá le enseñó a mirar más allá de sus necesidades.

Desde chica me gustaba ayudar. Tuve una muy linda infancia, mi papá tenía una unidad básica donde entregábamos la comida y el pan todos los días. Era muy gracioso porque, a veces, dejábamos 3 o 4 panes para nosotros y siempre venia alguna a buscar.

Yo soy la mayor de mis hermanos y mi papá me decía: “¿Hay pan Marce?” “No pá, quedaron 4 para nosotros” le decía yo y él me decía:” dáselos y anda a comprar para nosotros”.  Y era loco porque enfrente tenia el almacén de “Doña Carmen” me acuerdo y ella se reía porque me decía “ustedes dan el pan y vienen a comprar”,  y si le decía yo, “mi papá da todo”. Quizás yo no comprendía porque era chica, pero él me decía “dale Marce, nosotros podemos comprar, capaz ellos no tienen”. Eso me enseñaron mis padres a ayudar y me encanta eso. Ahora les digo yo a mis hijos”.

¿Qué te motivó a empezar con el comedor?

“Cerca de unos terrenos que fueron tomados hace mas de 1 año, vive mi prima. Un día la fui a visitar y escuché que un niño le decía a su mamá que tenía hambre. Las familias que habían tomado iban temprano a arreglar sus terrenos y se pasaban todo el día con los chicos ahí.  Entonces dije: ¿Por qué no un comedor acá, para esta gente? Y así comencé”.

Acerca del nombre que decidió para el comedor, dice:” Se llama “Los chicos de la vía”, porque estamos costeando las vías y me gusto ese nombre”.

¿Cómo fue que empezaste? Contanos un poco sobre los primeros días, las primeras ollas.

“Y bueno… arrancamos cocinando y dando de comer en la calle. Empecé en abril del 2019, cocinando al costado de la vía con el fuego, empezamos en el fuego con una ollita media pequeña, porque arrancamos con tres paquetes de fideos. Era para la gente que recién estaba armando, así que arrancamos con el fuego, hasta lograr hacer una pieza 3×3 toda de chapa, pelazos de maderas y lo que se encontraba para poder cerrar ese espacio, donde los chicos se turnaban para comer. Bueno, después lo fuimos agrandando y ahora tiene 7 metros de largo x 3 de ancho.

Ahora, entregamos las viandas por la pandemia. Tuvimos la suerte de conocer a Juan Barrientos, el fotógrafo que le puso el pecho y fue al comedor, sacó unas fotos, que se hicieron públicas, abrimos la cuenta y la gente empezó a donar. Y bueno con eso, lo primero que hicimos fue el piso, porque era cada vez que llovía barro total y agua. Después tuvimos la generosidad del señor Aldo Bonzi, que nos donó una plata con la cual compramos material y estamos levantando el comedor, atrás del que tenemos”.

¿Cuántas personas forman parte de “Los chicos de la vía”? ¿Quienes te ayudan a preparar la comida, la merienda?

 “Somos cinco ahora.  O sea, son mamás que colaboran para la merienda. Para preparar la comida trabajamos en conjunto, una pela verdura, la otra hace la leche, otra las tortas y bueno… yo cocino”.

 ¿Qué cambios ocurrieron durante la pandemia? ¿Cuánta gente concurría antes y cuántas son ahora?

“Y antes de la pandemia sólo venían los de la toma, cuando comenzó esto de la pandemia se empezó a acercar más gente de otros lados.  O sea, vecinos que antes tenían trabajo y no tenían la necesidad de concurrir a un comedor.  Ahora estamos hablando de más de 60 chicos, sus padres y alguna persona mayor”.

¿Hay algunas asociaciones y personas que te ayudan?

“Yo trabajaba en una cooperativa que se llama “Jóvenes en progreso” y ellos fueron los primeros que me daban la mercadería para poder cocinar, porque el municipio no se hizo cargo nunca hasta el día de hoy. Ellos nos bancaron 9 meses y aparte la colaboración de la gente.  Eso sí, la gente nos dona siempre cosas y ahora, hace ya un par de meses que,  por medio de la cooperativa,  es el MTE el que  todos los miércoles, nos baja las raciones de comida para cocinar a la gente y aparte la ayuda de la gente. El MTE es el Movimiento de trabajadores excluidos. Por ahora, sólo puedo hacer lunes, miércoles y viernes”.

 Construir lugar

“Si queremos ayudar
A construir la paz
Un ladrillo hay que llevar

Una flor, un corazón
Una porción de sol
Y estas ganas de vivir”.

Víctor Heredia, El misterioso dragón.

Marcela nos cuenta que, a partir de la solidaridad de muches, sobre todo de las vecinas y vecinos, de Laura y Vicky, las trabajadoras sociales, están construyendo un nuevo espacio, ladrillo por ladrillo.

“Estamos haciendo este espacio que ya tenemos más de la mitad, y con lo que la gente empezó a traer los ladrillos. También se hizo una rifa. Lau hizo una rifa para que la gente de otros lados, que no son del barrio y no van a poder venir con un ladrillo. Entonces hicimos una canasta y se cobra el valor del ladrillo cada rifa. Y es muy lindo. También hicimos una rifa, que esa la vendimos sólo por acá por el barrio para vasitos, platitos, tenedores y cucharas. Agarré y puse, tres paquetes de galletitas, una chocolatada y una leche. Valor del número, un utensilio. O sea, ¿qué tenés en tu casa? ni siquiera que lo compren. Bueno, uno te donaba una cuchara, otro te donaba dos vasitos. Bueno, dos vasitos, dos numeritos, un tenedor, un numerito. Y así bueno…Eso se sorteó el sábado pasado y lo sacó una chica del comedor, o sea que vive ahí. Y bueno contentos, y así juntamos un montón de cosas también y es como no pedirle plata a la gente y vea que se pueda también ayudar sin plata. Hay de todo, hay gente que dice “pero viven mangueando” y entonces para evitar esas cosas, hacerlo así de esa manera”.

Acerca de los proyectos, Marcela nos cuenta.

“Estamos trabajando con Laura y con Vicky que son trabajadoras sociales, quienes también están desde el primer momento con nosotros, para presentar un proyecto que tenga una salida laboral. Creemos que eso va ayudar mucho a los papás y a su vez, a los niños. Tenemos muchos jóvenes que tienen que prepararse”.

Además de estos proyectos, el MTE presentó un proyecto para construir un comedor que hace unos días fue aprobado.

Ellos habían pasado un proyecto, y hace dos semanas, aceptaron nuestro proyecto para hacer el comedor. Vinieron los arquitectos y supuestamente, dentro de un mes tienen que venir a construir el comedor, la cocinita y el baño. Muy buenas noticias para nosotros, fue una sorpresa muy grande.

Tienen que pasar qué es lo que van a hacer. Igual, nosotros vamos a seguir con el comedorcito de nosotros, porque la gente se copa, lleva su ladrillito, han traído hasta arena en baldes. Eso lo tenemos que terminar, porque es lo que le explicaba ayer al arquitecto, yo le decía, esto es algo que nosotros arrancamos de abajo y para nosotros tiene mucho valor. O sea, me encanta el comedor grande, buenísimo, todo lo que van a hacer, pero igual él comprendió lo que le estaba diciendo, pasa más por el corazón esto le digo, porque yo estoy acá y veo cuando me vienen con un ladrillo o cuando la gente se preocupa por tener el comedor”.

Marcela refuerza la importancia de lo colectivo, de la solidaridad y de todes les que aportaron para que, ladrillo por ladrillo, se estén abriendo puertas y ventanas que facilitan un futuro digno para cada vecina y vecino del barrio.

“Le decía al arquitecto que nos falta muy poquito, ya tenemos la puerta, la ventana. Cuando Aldo Bonzi nos preguntó qué faltaba, nos donó la plata para las ventanas. La idea es terminarlo, porque ya falta muy poquito, mientras tanto nos pasamos a ese comedor y cuando salga el proyecto que queremos pasar con Lau, de armar una carpintería, que tenga una salida laboral, porque se hacen muchas cosas lindas. Tengo un chico que hace ¡cada mesita, cada sillita! y después las dibuja. Y bueno se venden y es una salida laboral para quien las hace. Y bueno, cuando esté el comedor que ellos nos ofrecen terminado, ese espacio nos puede quedar para eso. Aparte con Laura y Vicky que están en el tema de violencia de género, la idea es hacer capacitaciones, charlas. El espacio va a servir, cuanto más grande sea, mejor. Por eso te digo, a mi me encanta ver que te vengan con un ladrillo a llevarse un numerito, es algo muy lindo”.

¿De qué manera se puede colaborar?

“Quizás cosas para seguir arreglando el comedor que estamos construyendo. Ropas y calzados, lo que la gente colabore esta bien. Utensilios, platos de plástico, vasitos, cubiertos, esas cosas”.

¿Cuáles son tus sueños, Marce?

“Mi sueño es poder terminar el comedor.  Mi sueño es que ningún chico más tenga la necesidad de ir a un comedor; que cada niña o niño pueda comer en su hogar, ese es mi sueño. Pero hasta que eso se pueda lograr, sepan que yo voy a estar poniendo el hombro para seguir adelante y no sola sino con toda la gente que nos acompaña, que cree que si se puede ayudar al prójimo”.

Cada mujer que resiste cuestiona mis miedos, mi forma de dar, mi manera de mirar, de descubrir, de amar y agradezco a todas a ellas que así sea, porque me enseñan y me ayudan a continuar, a pesar de las adversidades, como lo hace Marcela.               Marcela es generosa, amable y feliz. Le gusta retratar a les chiques y familias con sonrisas y vuelve muy tarde del comedor a su casa, pero no le pesa porque se entrega en cada acto y eso la “llena”. Es que…está llena de un amor ¡tan grande! que se multiplica y contagia.

Maya Angelou dice algo muy hermoso “Pienso que un héroe es cualquier persona que trata de hacer del mundo, un lugar mejor para vivir” y creo que Marcela es una heroína, porque construye un lugar digno para cada familia.

Quizás el Padre Mujica, es uno de esos guerreros que vuelven en forma de mariposa, como dice la leyenda Maya y está revoloteando en el barrio que lleva su nombre.                 Tal vez, acomoda las alas de Marcela y la envuelve como brisa fresca para embellecer el mundo.

Para conocerles y colaborar con el comedor.

En Facebook: Los Chicos Delavia

Celular: 1134559327

Fuente: https://noticiasancap.org/

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