Los trenes no se pierden, los amores sí. Por Patricia Marina Pérez Novo

Los trenes no se pierden, los amores sí. Por Patricia Marina Pérez Novo

La volvió a besar después de un año de no verla . La besó mientras el subte llegaba a la estación Scalabrini Ortiz, una tarde fría de mayo. Nueve segundos . Fue lo que tardó en estacionar el subte. Estimo que también el beso que él le dio a Emilia duró ese tiempo. Cuantas cosas duran sólo un instante y nos dejan tanto, nos hablan de todo lo que no sabemos . Había sido una tarde de volver a ver a ese amor que no fue. Ahora, de repente, Emilia, se encontraba saliendo del Varela Valerita , buscando la estación del subte para volver a casa. Te acompaño, le dijo en voz baja Julián, y ella nunca encontró el valor de decirle lo que sentía. Esas cosas que se quedan pegadas a la garganta. Se agarran fuerte para no salir de allí, como una piedra que nos condena al silencio. Tal vez porque nunca hubo tiempo, ¿o es acaso eso una excusa para enmascarar la cobardía? . Julián había aparecido de la nada una vez en su vida . No creo que algo suceda sin que una fuerza extraña actúe. Esa fuerza extraña, rondaba el aire esa tarde, mientras las hojas de las acacias y de los almendros les caían encima, como destellos del invierno que se anunciaba. Pero él estaba como dormido o extraviado en el tiempo. Sólo se habían reencontrado esa tarde de frío en el parque del centro, como la magia que los había cruzado una vez . Algunos amores, tengo la sensación, que se encuentran tarde, como si el extraño tiempo, dueño de todas las cosas, tuviera ese propósito perverso. Una especie de revancha porque alguna vez la vida te hizo feliz con un amor. Le había contado a Emilia que se iría a Italia y se quedaría a vivir allí Cada vez que Emilia lo escuchaba se le incrustraba algo en la garganta, contrariamente a eso sentía felicidad por él , quizás el amor esté lleno de esas contradicciones, ¿acaso no es eso querer, desear que lo mejor le pase a alguien .? Esa tarde trató de no pensar y saber qué quiera o no, él se iría, pronto, que ése amor había llegado para no ser. Tal vez la vida sea más simple y sólo nos pida vivirla, aunque a veces sea sólo un instante. Saliendo del Varela Valerita, Emilia se cierra el tapado negro y mira hacia su izquierda en dirección a Scalabrini Ortiz, Julián le dice que quiere acompañarla a la estación de subtes mientras ambos caminan un tramo en silencio, ignorando el frio de la noche y otro tramo hablando de cosas sin importancia. ¿Cuántas cuadras son ? -pregunta ella- como aprovechando el tiempo mezquino que se escurría en el aire entre los dos. -Creo que siete- contesta él y un silencio asesino, los ronda y los deja sin voz . Siempre quise saber, ¿que nos dicen los silencios.? ¿Qué será lo que nos gritan ? Emilia baja las escaleras de la estación junto a Julián y desea que la tarde muera, que no exista el tiempo, que la vida sea oportuna y cambie de opinión, de pronto como un rayo que cae para arruinarlo todo, irrumpe la llegada del tren y no hay valor para decir nada, necesita que él le pida que se quede, aunque se vaya, aunque no le importe, aunque esté perdido, aunque sea la última vez . Julián sin decir palabra, toma su mejilla de repente, como si los minutos lo empujaran a su boca y en nueve segundos, nueve, un numero tan mágico como traicionero, la besa. Nueve segundos. ¿ Se puede decir que se quiere, en nueve segundos ? Emilia atraviesa el molinete y sube al tren, allí las puertas se cierran con furia, como si el universo se hubiera enfurecido por ver tanta cobardía en alguno de sus ojos . La formación arranca furiosa y se lleva ese momento como fotos pasadas en la memoria . Como si al tiempo le diera lo mismo si sos valiente o sos cobarde. Así, se lleva ese momento y todas las emociones que no encuentran un escondite digno. Así arranca el tren y con él los deseos y las palabras que callamos, que nos atan y finalmente, nos terminan matando. Los trenes no se pierden, los amores si. ¿Cuántas veces tendrá que pasar un tren que nos arranque de algún lugar para que nos demos cuenta de lo importante que es decir lo que sentimos .? Cuantas veces, esperamos sonido de un silencio que tal vez nos diga que alguien no es para nosotros. Cuantas veces, todo lo existente en algún lugar nos dice que no y nos arranca de un sitio como salvándonos y en realidad nos asesina en medio de una tarde ¿Cuántas veces, tendrán que pasar trenes más valientes e inoportunos, para darnos cuenta que fuimos cobardes y que no fuimos capaces de decir: “Quedate, no te vayas”.

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