El Poder Judicial argentino, históricamente constituido como un poder de clase, al que accedieron y acceden, aún hoy, las clases altas y medias altas, constituye un Poder profundamente endogámico, que al ser vitalicio carece de renovación. Así es que se van incorporando, con carácter sucesorio en el ulterior acceso a las magistraturas, los hijos, nietos, sobrinos y demás parientes, que ingresan a los Juzgados como “pinches”, y posteriormente, a los puestos de jueces o fiscales, que en línea descendiente, van dejando sus abuelos y padres, como si fuera un Poder cuasi Real o Monárquico.
Esto además de ser promiscuo, los hace formar parte del mismo dispositivo de Clase del propio Poder económico concentrado, monopólico u oligopólico, de la gran burguesía nacional o trasnacionalizada; al defender con sus fallos sus propios intereses de clase, y simultáneamente, perseguir a dirigentes políticos, sociales o gremiales, como forma de ir “eliminando” opositores a sus intereses.
Este círculo áulico o también llamado “Rojo”, se conjuga, con la conformación de un partido político propio, el PRO, lo que constituye la gran distinción de la época; que a diferencia de lo que fuera otrora, los partidos liberal-conservadores, que podían cosechar apenas el 20% de los votos, hoy, se presentan y ganan elecciones.
Este dispositivo de Poder funciona a la perfección, y termina de configurarse, con el Poder mediático hegemónico, que les sirve de propaladora de sus intereses y propuestas, con las que formatean el sentido común de la sociedad.
Este Bloque de Poder dominante, es inexpugnable. Y va cristalizando sus intereses cuando acceden al Poder formal del Gobierno. Por el contrario, cuando los partidos que los representan, pierden las elecciones, se dedican a bloquear o erosionar, cualquier iniciativa que busque distribuir de manera más equitativa, ya sean los bienes, la riqueza o los espacios de Poder.
En consecuencia, surge claramente, que cualquier Frente Político que quiera enfrentarlos, y busque realmente cambiar las condiciones materiales de la sociedad, no puede sino, intentar desarticular ese Bloque de Poder Dominante:
A la promiscuidad del Poder Judicial, se deberá oponer la elección popular de los Jueces, incluidos, los de la Corte Suprema de Justicia.
Al Poder Real o económico, se le deberá poner un freno con la Nacionalización del Comercio exterior, así como de los recursos naturales, el petróleo, las aguas y demás minerales; los servicios públicos, los puertos y asimismo, la regulación Estatal de la Banca, para que el Estado pueda ejercer el control de los principales resortes económicos, las divisas de las exportaciones, el control monetario y el mercado cambiarlo.
Pero también y de manera indispensable, la regulación estatal del sistema de medios de difusión, de comunicación e internet, no solo convirtiéndolos en servicios públicos, sino desmonopolizando el Poder mediático concentrado, con la sanción de una Ley anti monopólica que desarticule la hegemonía mediática, como el Poder difusor de los intereses de la clase dominante argentina.
Desde Ciudad de Buenos Aires, Argentina