Los “dueños de las dudas” creemos que no existen respuestas finales a los problemas humanos. Y que éstos son de algún modo inabarcables.
Nos planteamos y aceptamos todas las preguntas, cuestionamos y revisamos todas las respuestas. En general, preferimos escuchar que decir. Comprender que juzgar.
Muchas veces nos resulta difícil tomar partido y consolidar una posición inflexible y eterna. Muchas veces algo en lo que creíamos “se cae”. Nos damos cuenta que no era como pensábamos. O que no era como lo habíamos aprendido. Y entonces retrocedemos y volvemos a avanzar incansables en la búsqueda.
Somos impotentes cuando nos solicitan un sí o un no de manera inmediata. Preferimos decir no sé, o no lo sé, o, cuando aún nos faltan elementos para evaluar y responder.
No nos aferramos a banderas ajenas. Preferimos hilar puntada a puntada nuestra propia bandera y sabemos que para esta tarea no nos alcanza la vida.
Nos gusta el silencio. Muchas veces callar. Cuando las situaciones nos desbordan aprendemos a esperar la calma porque intuimos que en algún momento aparecerá.
Somos curiosos y ávidos a la hora de aprender. Y nos alivia enormemente des-aprender,
deshacernos de mensajes que ya no consideramos valiosos.
No nos asusta demasiado la contradicción ni parecer contradictorios.
Necesitamos tener en claro, a diario, que somos los “dueños de las dudas” porque muchas personas no alcanzan a descifrarnos.
No nos alcanza toda nuestra existencia para abordar una verdad en toda su dimensión. Menos aun “La Verdad”. De tanto en tanto aprehendemos un trocito de una trama compleja. Se ilumina alguna situación que de pronto se tiñe de sentido. Y esto nos sorprende, nos alegra y nos asombra.
Creemos en todo, confiamos en todo y también dudamos de todo. Sacudimos las palabras. Desempolvamos las frases. Ponemos los párrafos entre comillas y los
leemos del derecho y del revés.
Nuestro pensamiento es algo ilógico. Lo guían otras variables. Amamos pensar. Pero pensamos con el corazón. Y esto último es mucho más amplio que sentir. Y bastante más difícil que razonar. Rechazamos las etiquetas, las clasificaciones y todo aquello que lleva a las personas a enfrentarse entre sí. No sabemos tapar con arena el dolor. Pero sí sabemos que en algún momento el dolor cesa y asoma la alegría.
Nos causa verdadero estupor tanta sabiduría dicha en voz alta por los “portavoces de las verdades contundentes”.
Ignoramos de plano todo aquello que suena a imposición. Preferimos la soledad a la manipulación. Nos gusta la libertad que nos da la posibilidad de elegir nuestro camino.
Claro que nos gusta que nos acompañen en nuestro andar cuando nos aceptan tal como somos. Aceptamos las críticas porque éstas nos hacen vacilar. Y esto nos permite crecer. Creemos que hay personas que representan verdaderas prisiones. Por eso huimos de ellas instintivamente.
Los “dueños de las dudas” permanecemos por lo general en sitios o en universos en donde se conjugan el pensar con el soñar, donde puede expresarse el lenguaje de lo incierto, de lo inesperado, de lo maravilloso.
Con los años perdemos el temor, nos acostumbramos a convivir con nuestra parte irracional. Nos damos el permiso de no saber. De no opinar a veces y de dudar. También de demorarnos en sacar conclusiones.
A veces sucede que los “dueños de las dudas” transitamos la vida un poco golpeados y maltrechos. Algo incomprendidos o a veces acosados por los “propietarios de la verdad escriturada”. Por los “dueños de todas las certezas”. Pero seguros al fin y de quienes somos y tranquilos con nosotros mismos. Cuando la tormenta amenaza podemos elegir permanecer amurallados…. y después seguir como si nada…. O bien podemos elegir dejarnos empapar por la lluvia y enceguecer por los relámpagos sin resguardarnos….Y ver qué resulta al final de todo este proceso….con el corazón “en llamas”….
Silvia Susana Durruty (Sil Susana facebook Sil_durruty Instagram)
Este texto ha sido inspirado por el bellísimo poema de Eliahu Toker: “Los dueños de las dudas”
“Los dueños de las dudas”
En la vereda de enfrente
están los dueños de la verdad escriturada,
los propietarios de la seguridad
del ignorante;
de este lado estamos nosotros,
los dueños de las dudas
sentados a una larga mesa en llamas.
Somos
los que sabemos que no sabemos.
Los que sabemos que no es luz esta claridad,
que este permiso no es la libertad,
que este mendrugo no es el pan
y que no existen una sola realidad
ni una única verdad.
Somos
los hijos de los profetas
pero también hijos de aquellos
a quienes los profetas maldecían;
somos los que desafinan en los coros de solistas.
Somos
los que confían en la marcha de la historia
sin darla por sobreentendida.
Escépticos y optimistas,
compartimos el pan de la duda,
sentados a una larga mesa en carne viva.
Eliahu Toker, Bs. As. 1988